
Fue la tarde-noche del pasado jueves, mientras asistía al acto de apertura de un nuevo local hostelero en Las Arenas. Recibí la llamada dolorosa y dolorida de Marga
Uria que me comunicaba el fallecimiento de
Manu Etxebarria.
Todos sabíamos que
Manu estaba pasando por una situación más que delicada en su salud, pero no por ello el golpe de la noticia resultó menos contundente. Y es que, en los últimos meses y en relación con su padecimiento,
Manu se comportó en todo momento como lo que siempre ha sido y será para este que escribe, un señor, en el sentido más digno de la palabra. Un señor de los pies a la cabeza que en ningún momento permitió que la enfermedad se erigiera en protagonista de su relación con los demás.
Coincidí con él por última vez este pasado mes de julio, en la recepción que todos los veranos ofrece el Diputado General de
Bizkaia a la sociedad vizcaína en el palacio foral. Elegante como siempre, mientras
compartíamos un vino, además de los correspondientes comentarios sobre la situación política del país y de nuestro pueblo de
Getxo en particular, siempre atinados y con la retranca que en él era habitual, me habló de los ingresos por subvenciones que esperaban obtener de las
instituciones para afrontar una temporada llena de ilusión y de retos como esta en la que el
Getxo vuelve a su división natural.
El
Getxo Rugby Taldea se había erigido en efecto en su último reto, después de asumir con un magnífico equipo a su alrededor, la presidencia del club en momentos de zozobra e incertidumbre extrema como los vividos en su descenso de categoría. Y el reto fue superado con nota. Todavía recuerdo la emoción con la que todos/as vivimos el partido decisivo para el ascenso contra Les
Avelles en
Fadura.
Estaba orgulloso del logro conseguido, como no, pero desde su perfil de buen gestor también preocupado por el nuevo y difícil objetivo de mantener la categoría.
No obstante antes de centrarse en el
Getxo Rugby Taldea,
Manu dejó su impronta y buen hacer en el
Ayuntamiento de
Getxo con una larga trayectoria de doce años, del 95 al 07 en la que, desde su condición de concejal responsable del Área de Hacienda, ejerció el gobierno del municipio con
Humberto Cirarda e
Iñaki Zarraoa como Alcaldes.
Fue en esta etapa de su vida, concretamente del 99 al 07, en la que tuve el honor de compartir con él las labores del gobierno municipal. Del 03 al 07 despacho con despacho y en los últimos años de la legislatura en el mismo despacho, debido a las obras ejecutadas en nuestros respectivos puestos de trabajo.
Desde la cercanía que confiere la vivencia conjunta del día a día, en la apasionante e intensa labor del gobierno municipal de nuestro pueblo, pude por tanto aprender y tomar buena nota del saber estar, del temple, del talante, de la amplia perspectiva y de la sabiduría que
Manu atesoraba y acumulaba desde su amplia experiencia en la vida municipal y en la profesional previa a la misma.
Manu era, por su talante conciliador y
dialogante, por su facilidad para acercarse en lo personal, y por su conocimiento de la materia, un hombre especialmente dotado para el difícil arte de tender puentes entre diferentes, para anudar y consolidar confianzas entre adversarios, para limar asperezas y provocar acercamientos, para negociar y encontrar acuerdos y para conjugar y combinar en el acuerdo la praxis política del día a día con los principios ideológicos básicos.
De todo ello
dio buenas y sucesivas muestras en su larga trayectoria en el
Ayuntamiento en la que le tocó lidiar
prácticamente con todo el amplio espectro político de un municipio diverso como el nuestro.
Su amplia experiencia profesional y vital le confería además una visión y una perspectiva
privilegiada para afrontar las más diversas situaciones que con frecuencia adornaba con un humor inteligente, irónico y a veces corrosivo precedido siempre de una sonrisa y gesto característicos que te anticipaban la dejada en largo correspondiente. De ello saben y conocen bien las paredes del salón de plenos de nuestro
Ayuntamiento, pero también todo aquel que haya tratado en confianza con
Manu y haya podido por tanto disfrutar de sus mil y una anécdotas.
En fin, debo reconocer y así se lo dije
personalmente en más de una ocasión, que cuando dejó el
Ayuntamiento en el 07, me sentí durante mucho tiempo un poco huérfano en el despacho que
compartíamos, porque fue mucho lo que aprendí en lo personal y en lo profesional con
Manu. Todo ello a pesar de que, siempre que nos encontrábamos, me trasladaba un mensaje de ánimo y de confianza en nuestra labor al frente del municipio que yo agradecía enormemente viniendo de quien venía. Tal vez hoy sea un buen día para
agradecérselo de nuevo.
No me olvido de la familia, pilar fundamental de su vida. Todavía recuerdo su último consejo cuando accedí a la Alcaldía en el 07
“Cuídate y cuida de la familia Imanol, el mundo de la política esta lleno de políticos separados”, me advirtió.
Con ellos, con toda su familia, esta hoy mi sentimiento de condolencia, de pesar y de tristeza. Sé, estoy seguro, que llevaran con orgullo su legado, como primeros destinatarios del mismo que son, al igual que lo haremos todos aquellos/as que tuvimos la suerte de conocer y de apreciar de corazón a
Manu Etxebarria. Agur Manu, betirarte.